Crecer pese a la crisis

Jesús María hace espuma

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  Uno de cada tres jabones de tocador es elaborado por una empresa cordobesa que, pese a la recesión, exporta desde Haití hasta Yemen y produce parte importante de lo que se consume por año en nuestro país.

"Todos los días hay que bañarse, lavarse las manos y la cara. Con o sin recesión, del jabón no podés escaparte", distingue el cordobés Carlos Guma para explicar por qué fabricar jabón todavía es negocio en la Argentina. José Guma S.A. -la empresa que fundó su padre en 1930 en medio de la crisis mundial- produce, entre marcas propias y las que hace para la competencia, casi el 30% de las cuarenta mil toneladas de jabones de tocador que se consumen por año en el país. Exporta a países tan distantes como Kuwait o Emiratos Árabes Unidos e inauguró una planta para la elaboración de productos cosméticos líquidos. Y, créase o no, en el fatídico diciembre del año pasado incorporó quince empleados sin despedir personal."

Córdoba huele bien
José Guma era el menor de una familia de catalanes que se estableció en 1913 en Jesús María con la idea común a todos los inmigrantes: hacer la América para después volver. Fue vendedor de telas en "La Nueva", una tienda ya desaparecida, y trabajó en una carnicería donde pensó en darle mejor destino al sebo vacuno que había que tirar y comenzó a hacer jabón. En 1930, en plena debacle económica mundial, el abuelo puso en Colonia Caroya la piedra fundamental de una planta industrial que hoy da trabajo a 250 personas. 
Don José decidió industrializar y producir en serie lo que todos hacían en la zona en forma artesanal, pero siempre con la idea de reinvertir las utilidades. Carlos, uno de sus seis hijos, lo recuerda como una persona trabajadora, reservada y muy conservadora. Eran tiempos en que la palabra valía más que mil firmas, y la de don José tenía valor agregado en toda Jesús María, donde es imposible encontrar a alguien que hable mal de él. 
En 1980 se incorporó la tercera generación de la familia, siempre siguiendo el mandato de la sangre: invertir en máquinas y en materia prima para producir antes que comprar dólares, bonos o títulos para especular. "Una de las fallas del empresariado argentino, en un país de empresas pobres y empresarios ricos, es que no reinvierten las utilidades. Las destinan a otros emprendimientos, desatendiendo la empresa, y así nada funciona", explica Carlos. 
"Portafolio, trabajo y trabajo. 'Tenemos horario de entrada pero no de salida' decía el abuelo", repite el credo Raúl, nieto del fundador y actual vicepresidente de la firma. Él es uno de los cuatro descendientes directos que toman todas las decisiones de una compañía todavía familiar. 
Pasaron momentos bravos, eso sí, como la hiperinflación del '89 y un incendio que en el '92 destruyó completamente una de las dos plantas que tenía la empresa en La Rioja. "Grasa, aceite y cajas... Un cortocircuito hizo arder todo. Fue un golpe muy duro, aunque no bajamos los brazos. Quedamos mal, pero no hay que llorar sobre la rama caída, sino plantar otro árbol... Lo fundamental era no salir del mercado. Para eso nos ajustamos bien el cinturón y toda Jesús María nos dio una mano para refundar la vieja fábrica de Colonia Caroya", reflexiona Raúl. A la semana del incendio, con lo que muchos vecinos sacaron de sus ahorros, Carlos viajó a Italia para incorporar tecnología, satisfacer las demandas del mercado y volver a soñar con una producción sin límites. 

En Europa no se consiguen
Salir a pelearle el mercado a las multinacionales del sector radicadas en el país no es tarea fácil. La pérdida de competitividad de la producción nacional y el reemplazo de materias primas locales por insumos importados, pues los proveedores de fragancia que estaban radicados en el país se instalaron en el Brasil, tampoco ayuda. 
En el actual estado de cosas y con un dólar alto, para Raúl Guma la llave del crecimiento está en fortalecer el comercio exterior (que hoy representa el 15% de la facturación de la empresa), "siempre y cuando las embajadas empiecen a funcionar para generar negocios para el país y no para que los embajadores hagan relaciones públicas y aumenten su abdomen". 
Exportan a Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Venezuela y están comenzando a abrir mercados en Colombia y Haití. Hace unos años, mediante la Cámara de Comercio de Córdoba, la cartera internacional de clientes se extendió a Emiratos Árabes Unidos, Yemen y Kuwait y tienen otros países en carpeta. 
En el mercado europeo es más difícil insertarse, por una cuestión cultural. Como la escasez de agua siempre fue muy fuerte en el Viejo Mundo, los europeos están acostumbrados a bañarse con menor frecuencia semanal. En un pasado más lejano, preparaban un baño y probablemente se bañaban dos o tres personas en la misma agua. Pero tanto ayer como hoy, siempre lo hicieron con baños de inmersión y no de ducha porque tienen aguas muy duras, con las que el jabón tradicional genera muy poca espuma. De hecho, en muchos hoteles no hay duchas y sí un jabón líquido más parecido a un champú y más fácil de disolver. Sea como fuere, para los Guma -aquí y en todas partes- una mano lava la otra y las dos lavan la cara, pero lo hacen mucho mejor si el jabón está hecho en Córdoba.

La excepción en un país que va de ajuste en ajuste: no sólo no despidieron gente, sino que tomaron quince empleados más. En Jesús María apuestan a crecer por medio de las exportaciones.

Texto: Jorge Carlos Fritzsche
Foto: Bibana Fulchieri


Imprimir | la reproducción de las notas solo se hace a modo ilustrativo. Los derechos de la mismas pertenecen a la revista Nueva | Publicado  el domingo 02  - 06 - 2002