Reportaje

María Inés Mato

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Aunque perdió parte de su pierna  derecha, cruzó a nado el Canal de la Mancha y el Beagle y sueña con llegar a las Malvinas. esta semana piensa cruzar el estrecho de Gibraltar

—Usted es la única nadadora con una discapacidad física (perdió parte de su pierna derecha en un accidente a los cuatro años) ranqueada por la Asociación Internacional de Nadadores de Maratón y la primera que participó en el circuito profesional de aguas abiertas.

—No ingresé en la natación para poner el foco en ese tema ni estar en el libro Guinness. Lo que busco es acumular experiencia. No trato de probar ni probarme nada. La natación de aguas abiertas te da la oportunidad de tener una vivencia del mundo muy diferente de otras. 

—¿Qué se siente al cruzar el Canal de la Mancha y pisar tierra firme?

—Hay distintos momentos. La experiencia de la salida, de la llegada y de la mitad del canal, que es la parte más difícil, con el frío, las mareas y las corrientes. Más allá del esfuerzo que representa hacer un trayecto en condiciones tan extremas durante horas, desde el momento en que vi tierra francesa sentí que era atraída como si fuera un imán. Esa imagen sintetiza lo que experimenté.

—¿Cómo hace para que su cuerpo aguante ráfagas de viento de hasta 50 km/h con una temperatura de diez grados en el agua?

—Se hacen exposiciones progresivas al agua fría y al viento. Para el cruce del Beagle, nadé las dos semanas anteriores en el Lago Argentino, hasta 300 metros de la pared sur del glaciar Perito Moreno, con temperaturas de entre 11 y 5° C, sin ninguna protección. Hacía una entrada en calor fuera del agua y luego me sumergía lentamente y controlaba mi ritmo respiratorio con inspiraciones profundas. Tengo una predisposición natural. Nadar en el agua fría me da una sensación de concentración mental que no logro en otro lugar.

—¿Hace algún ejercicio especial antes de cada travesía?

—Trabajo con unas técnicas de meditación dinámica como complemento de mi entrenamiento en el agua, que es lo que más disfruto.

—¿Qué protección usa? ¿El Beagle lo hizo sin traje de neoprene?

—Sí. Sólo a veces me protegí brazos y espalda con vaselina o lanolina, lo autorizado por el reglamento.

—El nadador Horacio Iglesias dice que hay un punto en el que la mente se embota y uno se convierte en un aparato automático de bracear y patalear.

—A eso la psicología lo llama “experiencia extrema”. Yo la describo de otra manera. Luego de muchas horas en el agua, el nadador entra en una zona de fatiga profunda, la mente deja de pensar y se entrega a la sabiduría del cuerpo. Esto ocurre cuando uno “se rinde” y ya no especula con el camino que falta recorrer. Es lo maravilloso de esta actividad: permite concentrarse en el aquí y ahora e integrar cuerpo y mente en una acción.

—¿Por qué a cada cruce le busca un costado simbólico?

—Se traspasan fronteras reales entre países, pero también otro tipo de divisorias: el tiempo o la temperatura del agua (7°en el Canal de Beagle) son límites que hay que franquear.

—Cuando nada, ¿qué música le gustaría escuchar?

—Hay mucho ruido cuando uno está nadando: la respiración, las brazadas. Lo ideal sería musicalizar el océano.

—En el primer doble cruce del Canal de la Mancha, el argentino Antonio Abertondo comió tallarines y bife de chorizo. ¿Cuál es su dieta?

—Un preparado de carbohidratos que tiene algunas sales y minerales para mantener el equilibrio del agua en el cuerpo. En general vienen en polvo, que hay que disolver en agua. Eso se consume cada 20 o 30 minutos, un vaso de unos 200 cc. Es la fuente energética básica para el nadador, que complementé con sopas (en el Canal de la Mancha), chocolate y galletitas (en el mar Báltico) y café (en el Beagle). Pero en el agua más de una vez fantaseé con comer un buen pedazo de lemon pie.

—La campeona mundial Angela Marchetti vio flotar cualquier cosa en el Nilo y tenía miedo de pisar el fondo. Usted, ¿qué encontró en las aguas?

—En el río Harlem, cuando circundé Manhattan, con los remos del bote de apoyo sacaron más de un gato muerto. Pero sé que las aguas tienen sus propios habitantes y peligros, el nadador es el huésped extraño. Una vez entrenando en el Paraná, en Zárate, sentí como que un alambre de púas me lastimara el muslo, pero en realidad eran unas palometas que me provocaron pequeñas heridas. En el Báltico encontré muchas aguas vivas, y traté de “hacerme amiga”, no reaccionar ante el roce y cada tanto darles un besito.

—Se habla de nadadores que, amparados en la oscuridad, ataron la soga al bote. ¿Son mitos o realidades?

—En el agua se pueden hacer las trampas que los hombres aprenden en tierra. Pero no tengo referencias concretas, sólo algunos chimentos de ediciones viejas de la Capri-Napoli.

—¿Qué es más difícil: cruzar el Beagle o conseguir un sponsor?

—Son desafíos diferentes. La sponsorización, en nuestro país, reconozco que es agua en la que no sé moverme.

—¿Por qué eligió Malvinas como próxima travesía?

—Es una continuidad, que además me plantea un desafío que compromete a nuestra sociedad y a la construcción de nuestra identidad como nación. Creo que será en marzo de 2002. En esta semana cruzaré el Estrecho de Gibraltar, de España a Marruecos.

—¿Le queda algo por cumplir?

—Siempre digo que, en realidad, los desafíos son invitaciones que nos hace el mundo, para experimentarlo y recorrerlo de una manera especial. Presiento que aún tiene una invitación guardada para mí. 

Texto: Jorge Carlos Fritzsche
Foto: Daniel Jurjo


ÜFicha

Altura 1,69 m
Peso 65 kg
Edad 36 años
Lugar y fecha de nacimiento: Tandil. 3/3/65
Profesión
Docente de Semiología y estudiante de Letras en Filosofía y Letras (UBA)
Debut En aguas abiertas, 10° en el Maratón Acuático “Ciudad de Rosario” (1996)
Récords
En 1997 cruzó a nado el Canal de la Mancha. Ella y Enriqueta Duarte (1951) son las únicas argentinas que lo hicieron. Entró al Guinness de los récords al cruzar (1999) el estrecho de Fehmarn Belt en el Báltico, en 11 horas, 4 minutos y 38 segundos. Es la primera argentina que cruzó el Beagle nadando (2000)
Una frase:
“Cuando ahora estoy pidiendo que este invierno no me seque el alma, no me impida ver entre el polvo, los escombros y la locura”, de La casa y el viento, de Héctor Tizón. “Me ayuda a nadar en agua fría sin el miedo que produce la idea de exponerse a tal situación.”

Una bebida:
Agua fresca

Una película:
Todas las mañanas del mundo. De Alain Courneau
Un libro:
Así hablaba Zaratustra. De F. Nietzsche

Imprimir | la reproducción de las notas solo se hace a modo ilustrativo. Los derechos de la mismas pertenecen a la revista Nueva | Publicado el domingo 19 - 09 - 2001